
Sylvie Guillem nació en París en 1.965. En el registro de sus comienzos figura como gimnasta formada entre los Años 1.977 y 1.980, en la escuela de la Opera de Paris. En 1.983 ganó el Premio Varna, Y un año después el gran Campeaux. Más tarde el Andersen, el Gran Prix National de la Dance y el Pavlova y Bonois de Moscu. Fue honrada como Commandeur des Arts et de Lettres, y concecorada con la Legión D´Honneur. Fue la estrella máxima en la compañía clásica más importante del mundo “El Ballet de la Opera de Paris”, en cuya escuela había estudiado.
En 1.998, llegó a Buenos Aires como solista invitada del Royal Ballet y bailó Hermann Scherman del extraordinario
Coreógrafo William Forsyhte, junto a Adam Cooper. Conversó con la prensa pero no dejó que le tomaran fotos. Soy Fea dijo y fuera del escenario luzco demasiado flaca. Además recién ahora bailo lo que quiero, antes, en la Opera de Paris era una empleada. Ahora ni loca haría el Lago de los Cisnes. Es un aburrimiento. Sin embargo, no se trata De una decisión tomada a favor de la danza moderna y en contra del Ballet Clásico.Sylvie, aclara que un bailarín deberá bailar de todo. Pues se entiende bien a Giselle o a un personaje complejísimo como Manon, si se ha bailado a Forsythe o a Mats Eka. Y refiriéndose al vocabulario de la danza dice: cuando se formaron las grandes compañías este era más limitado que ahora, pero eso no quiere decir que deba seguir siendo el mismo. Nadie en su sano juicio querría hablar solamente con la mitad de la letras o de las palabras que existan y los bailarines que no interpreten también obras contemporaneas, hacen precisamente eso. Limitarse a usar solo una parte del vocabulario.
Los límites no parecen ser para élla. Ni los físicos ni los estilísticos. Estira el pié. Hace muecas. Camina como una Garza - algo enloquecida, sobre una seda arrugada. Vie et dance ( Vida y danza ) dice, Cualquier Bailarina es delgada y musculosa, pero élla lo es hasta el extremo de que sus movimientos resultan una suerte de Lección de anatomía en la que es posible detectar cada tendón, cada vena y cada arteria, cada músculo censándose y contrayéndose. Si la danza coquetea con el erotismo, en Sylvie Guillem está llevada hasta tal punto de perfección (perfección casi inhumana ) que de lo que se trata es de movimiento puro. Ya no hay erotismo. Solo hay danza.
Sylvie Guillem, para avanzar un paso más en ese largo camino que élla lo define como
“El Camino del conocimiento y de la curiosidad ” , se ha buscado un compañero de
Singladura que la lleve por un atajo que hasta ahora le era desconocido: Oriente.
El Es Akram khan en su origen Bangladesh.
Sylvie Guillem y Akram Khan, en solos y dúos, con charlas sobre el escenario.
Akram, se hizo un nombre en el kathak, una de las ocho técnicas tradicionales de la danza clásica en India. Sylvie Guillem aprendió con puntas y tutús y se hizo un nombre en la Compañía Opera de Paris.
Pero ahí acaban las coincidencias, porque los cuerpos, las energías y los estilos de estos dos bailarines -Akram Khan y Sylvie Guillem, estarán ahora en un viaje al Sacred Monsters.
. «Un viaje siempre es misterioso. Y en este caso se trataba de reunir dos mundos muy diferentes. Por eso el reto es aún mayor», completa Sylvie, quien explica que los puntos de partida eran tan distintos como el kathak y la danza clásica, pero añade que ella intentó empezar su singladura desde un paso más adelante: «Desde las ganas de aprender».
: «La danza clásica está agonizando». ¿Los motivos que arguye? Su inmovilismo, su escasa voluntad de avanzar por nuevas sendas y probar nuevos caminos. Justo lo contrario de la misión que ella se ha autoimpuesto. «Sería un cambio de mentalidad que no se está produciendo ni en el público ni en los bailarines», apunta la francesa que dice no añorar los tutús y las puntas, aunque, de vez en cuando, todavía tenga que desempolvarlos. «Cuando eres joven todo son puertas que se abren y que quieres probar», recuerda, pero también sabe que el tiempo pasa y que en ella ha provocado un divorcio. «Sé que estas coreografías, Giselle o El lago de los cisnes, siguen teniendo significado en el mundo de la danza clásica. Pero ya no lo tienen para mí. Cuando me retire no las echaré de menos».
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